jueves, 6 de diciembre de 2012

La suerte

Desde que pisé suelo tanzano, quizá la frase que más eco ha hecho en mi cabeza sea "qué suerte tengo de..."

Qué suerte tengo de haberme cruzado con personas especiales que llenan los días de sonrisas, de locuras, de buenos consejos, de enseñanzas, de puntos de vista diferentes...

Qué suerte tengo vivir en Same, de salir a la calle y escuchar a mis vecinitos diciendo "Silivía, Silivía, Silivía, may I come in?".


Qué suerte tengo de mirar hacia arriba por la noche y poder ver miles y miles de estrellas (algo bueno tiene que tener que no haya farolas en la calle).

Qué suerte tengo de salir de trabajar y poder ir a la montaña a ver el atardecer: el sol, el Kilimanjaro a lo lejos, y buena compañía.


Y podría seguir ennumerando las miles de "suertes" que vivo cada día, pero he decidido centrarme en una: "qué suerte tengo de poder sorprenderme con las cosas que veo".

Hace unas semanas estuve de safari en el parque de Taranguire. Os dejo una foto del coche en el que fuimos para que constateis que es exactamente como creíais:


Es difícil describir la sensación de ir en el coche con el techo abierto, sentir el aire en la cara, y mirar alrededor y ver estos colores:


O estos otros:
Sólo por estos paisajes ya merece la pena ir, pero además ¡hay animales! Cebras, facóceros (que son los Pumba de El Rey León), gacelas, antílopes, jirafas, hienas, chacales, avestruces, monos, algún león muy a lo lejos, y elefantes. Si tuviera que resumir el safari en una palabra sería esa: elefantes. Cientos, por todas partes, hasta donde llegara tu vista, elefantes. Grandes, pequeños, bebés... Elefantes. Tan cerca del coche que quizá si hubieramos estirado el brazo... Animales increíbles, enormes, imponentes (y también arrugados, eso hay que reconocerlo).
 
Para los curiosos, elefante en swahili es tembo, y para que os hagais una idea de lo cerca que estábamos, os dejo una foto (¡¡hecha sin zoom y con el móvil!!) de un tembo jovencito:
 
 
Voy a contaros un par de historias curiosas (por llamarlo de algún modo) que nos pasaron en el parque. Entramos un sábado y teníamos la salida el domingo, así que estaba previsto dormir dentro del parque, en un campsite que tienen allí montado con mesitas, baños, etc. Las tiendas de campaña las llevábamos nosotros, y cuando llegamos por la tarde las montamos en donde nos pareció oportuno, cerca de las instalaciones. Se hizo de noche, cenamos, y cuando nos sentamos un rato a charlar empezamos a escuchar ruidos a nuestro alrededor. Inquietante, ¿no? pues aún más inquietante fue alumbrar con la linterna y ver la luz reflejada en decenas de ojillos que nos miraban fíjamente... Finalmente nos fuimos a dormir, y cuando se hizo el silencio, se oían claramente alrededor de la tienda pasitos y respiraciones de animales pequeños (¿hienas? ¿gacelas?quién sabe). Los animales no duermen a las mismas horas que nosotros, y lo más importante, no entienden de "zonas de acampada"...
 
Pero no queda aquí la cosa. Decidimos levantarnos muy temprano para ver amanecer. Cuando salimos de las tiendas de campaña aun era de noche, y todos estábamos muy atareados recogiendo, cuando empezó a clarear y alguien dijo: "oye, eso que hay ahí no son....?". Si, eran. Tres elefantes comiéndose la corteza de un baobab a menos de 10 metros de nosotros. Lo curioso que el miedo y la impresión se diluian ante la magia de la escena: el amanecer, los perfiles de los animales definiéndose cada vez más, el sonido de la naturaleza...
 
En fin, una vez más me descubro pensando "qué suerte tengo de...", y aprovecho para dejaros una frase que llegó a mis manos hace poco, y que me dió que pensar.
 
"Yo creo bastante en la suerte.
Y he constatado que,
cuanto más duro trabajo,
más suerte tengo".
Thomas Jefferson
 

1 comentario:

  1. Muchos besos Silvia,
    Qué suerte tengo! Pronto estarás de vuelta por aquí.
    Loli

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